HISTORIA DE CASA GRANDE
Mucho tiempo atrás, el hombre norteño
tenía sus talleres líticos en las pampas de paiján, donde quedan vestigios. Con
el tiempo, y con el desarrollo alcanzado, Casa Grande y todo el valle Chicama fue asiento de dos
grandes culturas: Mochica y Chimú. Huellas de ambas las encontramos en los
restos materiales diseminados en nuestro valle, como el complejo Arqueológico
“El Brujo”, el complejo arqueológico “Mocollope, el Reservorio del “Alto Brujo”, El Reservorio del “Alto de
la Pichona” de Ascope, la Fortaleza de Fascalá, etc.
A la llegada de los españoles, todo el
valle Chicama es sometido a su dominio, cambiando la estructura económica y
política que se va reflejada en un nuevo sistema de explotación y maltratos
desconocidos hasta entonces. Lo único que permaneció fue servir a un señor que
ahora ya no era inca sino rey o virrey.
Según informes del cronista español
Miguel Feijóo de Sousa (1763), en el valle de Chicama existían entonces 44
haciendas, unas de panllevar y otros trapiches donde molían caña de azúcar,
cuya semilla había sido traída desde México por el capitán español Diego de
Mora, corregidor del valle Chicama.
Probablemente, una de ellas, (La concepción) llegó a ser la hacienda que más
tarde se convertía en lo que hoy es casa Grande. Sostenemos esto por su
ubicación geográfica en la cartografía de entonces, y por los datos que se
relacionan unos con otros, extraídos de
los documentos antiguos.
La haciendita creció convirtiéndose en
una mayor, cuyo dueño probablemente la llamada “Casa Grande” nombre que era más
fácil de pronunciar y recordar, con el cual se le conoce hasta hoy.
La haciendita recibe un fuerte impulso
por parte de su propietario, que a la sazón era el alemán Ludwig Gustav
Albrecht, Joven ingeniero que viniera a trabajar por estos lugares y adquiera
tierras y se quedara a vivir al contraer matrimonio con la hija de uno de los
hacendados del lugar. Eran los años 1 860.
Al enfermar Albrecht, traspasa sus
dominios a su compatriota alemán Johan Gildemeister Evers, quien la engrandece,
a la vez que, compra tierras aledañas haciendo de Casa Grande una de las haciendas más importantes de la
Región , junto a la Negociación Roma y Chiquitoy que a la sazón pertenecía a
otros extranjeros , de nacionalidad italiana, los hermanos Larco Bruno.
A causa del aluvión de 1925, el cierre
del crédito, el cierre de crédito en el exterior y las continuas huelgas de sus
obreros, quiebran los larcos aprovechando la oportunidad Gildemeister para
comprar en remate sus haciendas convirtiéndose en el terrateniente más grande
de todo el Perú. Esto fue en 1927.
Más de 40 años, el peón casagrandino
vivió una época de sumisión , dependencia y asistencialismo, donde el patrón
controlaba su hacienda y su gente con puños con fierro, y para lo cual asistía,
cuidaba y protegía a sus obreros como si fueran una máquina que habría que
hacerla durar y que debía rendir hasta que terminaran sus fuerzas. Así,
controlaba las horas de trabajo, sueño, descanso, fin de semana diversiones, alimentos,
medicina, cultura y deporte de los braceros. Todo estaba bajo la supervisión
del patrón. De todo estaba enterado. E él no le interesaba el estudio o
superación de los hijos de sus peones porque necesitaba esa mano barata de su
hacienda. Sólo quería orden. Disciplina y trabajo. Si alguno se atrevía a
reclamar o a hacer huelga, era sofocado por la fuerza de la policía o del
ejército que él mismo con sus influencias había hecho traer al distrito de
Chocope.
Esta época de atraso para el obrero y
de riqueza para el patrón, se vio interrumpida cuando un militar tomó el mando,
mediante golpe de estado, el 03 de octubre de 1968, poniendo fin a medio siglo
de injusticias e instaurando una nueva época para los trabajadores.